dimarts, de març 22, 2022

Andalufóbia

https://www.elsaltodiario.com/andalucismo/andalufobia-acento-andaluz-maria-jesus-montero-perez-reverte-autoodio?fbclid=IwAR0zQUmMFuEJMmp1QgaYRLE5WZCovW-OXSQrgbGG45sw_crHd7HiFrcx86E 

(21/08/2020)

Me hace gracia lo de criticar un "acento", algo así como si Boris Johnsson criticara a Trump por su acento estadounidense, como si Xosé Manuel Beiras criticara a Marcelo Rebelo de Sousa, Pedro Sánchez a Michelle Bachelet o Quim Torra hiciera lo propio con Ximo Puig o viceversa. Pero no es lo mismo en el caso de la ministra MJ Montero.
Si ya resulta un gran problema para el Estado admitir su plurinacionalidad y su plurilingüismo, como no lo va a ser con algo que aún considera más inferior y que por ello lo califica como dialecto o peor aún, acento.
El problema no es el idioma o el acento que cualquiera pueda tener, el problema es el supremacismo de quien se otorga el derecho de poner su lengua por encima de cualquier otra y eso es exactamente lo que sucede con el supremacismo español del castellano o lo que es lo mismo (M.Rajoy dixit) rebajar a Andalucía y los andaluces a un nivel inferior de sumisión a la Castilla-España.
Y no voy a recurrir a un argumento muy simple que cualquiera con interés puede investigar: el andaluz existe anteriormente al castellano.
La ministra Mª Jesús Montero, no debería tener solamente el derecho a hablar en su perfecto acento, sino debería poder hablar y escribir en su idioma materno con total normalidad y si, como es lógico, hay quién no la entiende, pues se ponen traductores o subtítulos.
Un ejemplo clásico que rompe con la falacia del "idioma único", del "de todos", es Suiza. Como todos sabemos, el alemán, el francés, el italiano y el romanche, son idiomas perfectamente suizos.
Y tampoco voy a argumentar una evidencia como lo que representa la diversidad de lenguas para el enriquecimiento cultural.
Pero por todo esto, con el fascismo hemos topado... 




No obstante, y aunque tengo gran interés en lo que a las palabras, sean escritas u orales, representan, así como cualquier otra representación de tipo gestual o artística, creo que tengo bastante claros los conceptos "lenguaje, lengua y habla", aunque es muy probable que no coincidan en la interpretación, o sí, quizás incluso con una mayoría.
Supongo, eso sí, que muchos coincidiremos en el supremacismo de cualquier lengua que se considere única. Esa es la madre del cordero en cualquier asunto de lenguas de este Estado.
No se si en mi escrito anterior he puesto algo incierto, erróneo o incorrecto. Creo que no. Pero en cualquier caso, siempre estoy abierto a escuchar y aprender.
No me gustan los conceptos "dialecto", "acento", o incluso "habla". Prefiero denominarlos como variantes de una lengua o de un idioma. Incluso me atrevería a diferenciar lengua de idioma. Pero evidentemente, todo eso es cosa mía.
Siempre he tenido una concepción del andaluz y de Andalucía, condicionada por la educación, no por la catalana, sino por la franquista. Pero una vez desconchas esa capa de mugre franquista que todo lo cubre, y te adentras en la historia, en la cultura, en la tradición de los pueblos, en este caso, Andalucía, te das cuenta de que siempre hay algo que no te han contado y que lo que te han contado ha sido falseado y manipulado.
Es cuando te das cuenta que España no existe. Y si algo así existiera o pretendiera existir, no podría ser de otra manera que con una aportación voluntaria y diversa, multicultural y plurinacional.
Y la parte más grande de esa aportación, sería, no castellana, cántabra o aragonesa, sino andaluza.
Y eso es lo que cualquier andaluz del siglo XXI, en mi opinión, debe asumir: para ser español, antes hay que ser andaluz. Y cuando se impuso el idioma castellano, los andaluces hablaban andaluz. Y probablemente antes de eso, el tartessio.